Después de estar bastante tiempo dudando en la forma de afrontar este reportaje (la opción de mayor peso era la de no publicar nada) he decidido hacerlo como hago siempre, con la verdad por delante. Así pues, empezaré confesando que esta salida ha sido un auténtico fracaso. Si se tiene en cuenta que la zona era los Collados de Asón, no es fácil de entender esto, pues un simple paseo por el lugar, ya es una auténtica gozada para la vista y disfrute del paisaje. Pero la intención de Ricardo (que me acompañaba nuevamente) y la mía propia eran bastante más ambiciosas que dar "un simple paseo".
Siempre he presumido de conocer el Parque Natural como el jardín de mi casa, pero a raíz de leer recientemente un libro de diferentes rutas por allí (concretamente 23), me di cuenta que aún quedaban algunos rincones de los que no tenía conocimiento de su existencia. Y lo que más despertó mi curiosidad, fueron unos pasadizos, unas grietas entre rocas, unos "laberintos" (que no eran ni los de los Castros de Horneo, ni las Hazas del Respiradero, ni el Cañón de los Lobos) muy escondidos y más misteriosos que todos estos que yo conocía sobradamente. En el libro son nombrados como "Los aposentos del Ojáncano".
Según cuenta la tradición, el Ojáncano u Ojáncanu era un gigante ciclópeo de la mitología cántabra que encarnaba lo salvaje y la maldad en aquella época.
Para no hacer demasiado extensa esta introducción, nos ponemos en marcha y más adelante iré contando la decepcionante experiencia. Pondré algunas fotos (menos de las habituales, pues además de ser un lugar muy conocido, solamente yo, habré puesto cientos y cientos en los múltiples reportajes que ya he publicado de tan espectacular rincón.
La mayor parte del viaje por carretera la hicimos "envueltos" en esa niebla, pero afortunadamente al llegar al aparcamiento, el día nos brindaba condiciones inmejorables:
Como siempre, en los primero metros la Fuente Bezón ofrece al caminante (como todas las fuentes) la oportunidad de refrescarse, reponer agua, etc.:
El Llano de Brenavinto tan llamativo y "fresco" como siempre:
La Cabaña de Concinchao:
Foto de Ricardo.
Vistazo atrás:
Y casi sin darnos cuenta nos vemos en el interior del Cañón de los Lobos o Cañada de Moncrespo:
Foto de Ricardo.
Foto de Ricardo.
Una vez fuera del Cañón de los Lobos y en sus proximidades, se encuentra la entrada a uno de los dos laberintos que buscamos. En el citado libro, la descripción no es excesivamente detallada y tampoco aporta plano, ni enlaces a track, pero sí aporta coordenadas (que no es poco), lo que nos lleva a encontrar la primera de las "puertas de la casa del Ojáncano", pero la entrada tiene el suficiente riesgo para que decidamos sensatamente, no intentarlo sin la ayuda de una cuerda. ¡Volveremos!:
El camino de aproximación está lleno de encanto:
Foto de Ricardo.
Uno de los puntos más interesantes es la curiosa escalera por la que se salva el cortado de roca que da paso a la falda de la montaña y...
Una vez superado ese, en realidad pequeño obstáculo, la vista de nuestro segundo "fracaso" se mostraba así de espectacular:
Y dije fracaso por que en ese punto nos detuvimos a reflexionar. Aún teníamos sin localizar el segundo de los "laberintos". No sabíamos la dificultad que tendría. Subir y volver a bajar a la Colina nos iba a suponer unas dos horas y puesto que en estas fechas los días son cortos, pensamos que con toda seguridad se nos echaría la noche encima. Creo que con buen criterio volvimos a "meter el rabo entre las patas" y a deshacer parte de lo andado.
Y dije fracaso por que en ese punto nos detuvimos a reflexionar. Aún teníamos sin localizar el segundo de los "laberintos". No sabíamos la dificultad que tendría. Subir y volver a bajar a la Colina nos iba a suponer unas dos horas y puesto que en estas fechas los días son cortos, pensamos que con toda seguridad se nos echaría la noche encima. Creo que con buen criterio volvimos a "meter el rabo entre las patas" y a deshacer parte de lo andado.
Un par de fotos más del paisaje mientras asimilamos la segunda decepción de la jornada y volvemos a caminar con ganas para "despertar al Ojáncanu de su siesta":
Y en este endemoniado lapiaz, pusimos el "broche de oro", el remate al total fracaso de nuestra "misión":
Sabíamos que en algún punto de él se encuentra la escondida entrada a una de esas impresionantes galerías, pero la dificultad para encontrar las coordenadas exactas, un poco motivada por el cansancio que ya nos afectaba y la seguridad de que aunque lo encontráramos no tendríamos tiempo para explorarlo hizo que el calificativo del principio de "auténtico fracaso" se quedara corto.
Y con un sentimiento de bajón y casi sin disfrutar del momento como se merecen las Hazas del Respiradero, enfilamos sendero abajo, con pocas ganas de hablar ni hacer muchas fotos (sentimiento que todos los que vais al monte conocéis):
Por ejemplo con esta bonita foto del Llano de Brenavinto donde...¿serán imaginaciones mías o podría ser el Ojáncano que no podía disimular una sonrisa?: 😄
Foto de Ricardo.
Y no solo es capaz de hacer fotos como algunas de las que yo pongo por aquí y con las que aprovecho para subir notablemente la calidad de mis reseñas, si no que también hace bonitos e ilustrativos vídeos* como este que pongo aquí y que muestra mejor que las fotos, el terreno por el que nos hemos movido hoy, fracaso tras fracaso:
*Tomas de dron realizadas con todos los permisos y autorizaciones pertinentes.
Después de esta broma, con la niebla en las zonas bajas tal y como la dejamos por la mañana y el sentimiento de fracasados en el ambiente, nos vamos acercando al final de esta historia montañera, que si bien no ha tenido grandes logros, sirve de experiencia para afrontar futuros retos con la modestia que la montaña nos impone de vez en cuando para recordarnos que somos "poquita cosa" a su lado y la respetemos como se merece.
Esta vez nos ha vencido el Ojáncano, pero que ni él ni nadie se piense que vamos a aceptar la derrota sin luchar. Una vez en casa hemos localizado exactamente el punto que nos faltaba por ubicar. Llevaremos una cuerda y volveremos a llamar a su puerta. ¿Nos volverá a dar con ella en las narices? Es posible, pero lo intentaremos y...¡os lo contaré! 😉
Hasta la próxima.
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