lunes, 25 de junio de 2012

SALTO DEL CALEYU Y FOZ DEL MILDÓN. (Picos de Europa).




Hace ya mucho tiempo que tenía "entre ceja y ceja" realizar esta ruta, pero cuando por una cosa, cuando por otra, la fui posponiendo. Hasta que recientemente, un estupendo reportaje del amigo Jonatan, del grupo asturiano de montaña "LOSDELASCLARAS", me "avivó el fuego" y me prometí que el primer día que estuviese favorable la meteo, cumpliría mi deseo. Y así lo hice. Pero antes de entrar en faena, quiero decir una cosa. A pesar de haber sido uno de los recorridos más espectaculares que haya hecho nunca, por unos parajes increíbles, salvajes y abruptos, de una gran belleza, confieso que es la primera vez que me he arrepentido de haber hecho una ruta. Para no alargarme demasiado con el comentario, lo iré explicando a lo largo del camino.
Por situar un poco a quienes no conozcan la zona, diré que la ruta comienza (teniendo en cuenta que yo me aproximo por la parte cántabra) desde la carretera que va de Panes a Arenas de Cabrales, concretamente, en las cercanías del pequeño pueblo de Mildón. Al poco de haber rebasado esta localidad, la carretera pasa por encima del arroyo Miñances, que en este punto vierte sus aguas en el río Cares, que discurre paralelo a la carretera. Múltiples aparcamientos en la orilla de la misma, habilitados principalmente para uso de los pescadores, permiten aparcar el coche con comodidad.

Aunque no tiene mucho detalle, pongo este pequeño plano, para dar una idea del recorrido:












Y ya puestos, este otro del relieve. Como tampoco es muy bueno y no se aprecian muy bien los datos, son casi 13 kms. y 6oo y pico mts. de desnivel. La distancia, si tenemos en cuenta que es por terreno de Picos de Europa, con la dificultad que normalmente conlleva, no es despreciable:












Y la entrada, bordeando el arroyo Miñances, donde comienza la aventura, es esta:


Es posible que alguien recuerde, que en mi anterior reportaje prometí recortar (ahora que están de moda los recortes de todo tipo) el nº de fotografías en los mismos. Pues bien, esta vez, además de pocas... ¡malas!   Empezamos a caminar a una hora bastante temprana, con luz más bien escasa, lo que unido a lo sombrío del lugar, hizo que las fotos del principio no tengan mucha nitidez.
Y explico lo de...  "Empezamos". Tengo que decir, para los que no lo sepan ya, que soy bastante "lobo solitario" y suelo ir casi siempre solo al monte, cosa por otra parte, poco recomendable. Sin embargo esta vez, reconozco que me daba un poco de miedo. Por un lado, me imaginaba una cierta dificultad, por lo abrupto del terreno y por otro, una rodilla en no muy buenas condiciones, me aconsejaban ir acompañado. Y aunque cueste reconocerlo, las condiciones físicas van siendo cada vez más escasas. Imperativos de la edad. Así pues, invitación a mi amigo y ex-compi de trabajo Diego, que aceptó encantado. Ya en otra ocasión, compartimos ruta en tierras palentinas, concretamente al Pico Murcia, en la que fue su primera experiencia montañera. Esta de ahora, la segunda. Grave error por mi parte. Escaso bagaje para una aventura que ya me presumía complicada. Espero que algún día me perdone la "embarcada" en la que le metí. Creo que con esto queda explicado el porqué de mi arrepentimiento de haber realizado esta, por otra parte, maravillosa ruta.











Para ir entrando en calor, casi nada más empezar, uno de los platos fuertes de la jornada. El famoso paso del Escobiu, que a mi me preocupaba bastante:












Había recopilado información que iba, desde quienes pasaban asegurados con cuerdas (hay unas anillas al afecto), hasta quienes se daban la vuelta por no atreverse a pasar.












Las fotos no dan una idea de la realidad. La altura de la cascada que hay que bordear, es mayor de lo que parece ahí. A pesar de la baja calidad de las fotos, pongo alguna más, por si pudieran arrojar algo de luz (lo que les falta a ellas) a quienes se decidan a hacerlo:












Nosotros no llevábamos cuerda y sí bastante miedo. Aún así, con la debida precaución (yo más preocupado por Diego que por mí) y como todavía íbamos frescos, conseguimos pasar.
La verdad es que impresiona un poco, pero hay buenas presas y apoyos. Seguramente con malas condiciones, de roca mojada, sea más complicado. Una caída sobre las piedras que forman la cascada o el fondo del río (calculo unos 7 mts.), podría ser fatal.
Esta foto ya es una vez rebasado el paso:












Pasado el mal trago, empezamos a ver la luz:












Y como no quiero ser pesado con las fotos, solo pondré algunas de las múltiples cascadas que hay a todo lo largo del arroyo.












Pero no puedo evitar poner unas cuantas de lo que era el principal objetivo de nuestra ruta, que ya se adivina entre las ramas de los árboles:












El impresionante Salto del Caleyu. Hace falta tener un poco de suerte, para encontrar la cascada en un punto ideal de agua, pues si vas cuando hay mucha agua, el resto de la ruta se dificulta todavía más al tener que bordear y cruzar el arroyo en varios sitios. Nosotros lo encontramos con el caudal bastante bajo, pero aún así, creo que merece la pena:












El testimonio de que Diego estuvo allí. (Seguro que no volverá nunca más):












Y yo mismo:













































Disfrutamos un buen rato de tan mágico lugar, pero hay que seguir. Aunque sea lo más llamativo, es solo el principio.
Aquí ya la vamos dejando atrás:












Seguimos metidos de lleno en un paraje con una vegetación espectacular:























Hasta que llegamos a un punto que ya no nos gusta tanto. Un enorme "argayu", que es difícil transmitir en fotos. La gran cantidad de toneladas de tierra, piedras y árboles que se ha llevado por delante hasta bajar al arroyo:













































La vista hacia atrás, de donde venimos, ya es imponente:












Algunos ejemplares arbóreos llaman nuestra atención:























Y después de subir un buen trecho, llegamos a la bonita majada del Vierru:
























































Según tengo entendido, los escasos pastores que quedan por la zona, desde el mes de mayo y hasta los últimos días de septiembre, abandonan estos pastos para subir a zonas más altas con el ganado:


Pinchar en el enlace para ver más grande:  http://goo.gl/XR7JM











Cuando estamos abandonando la bonita majada, descubrimos esta curiosa edificación en la roca:












En este punto, por si las dificultades propias de la ruta fuesen pocas, me olvidé por un tiempo del GPS y cogimos un sendero equivocado, por el que perdimos casi 200 mts. de desnivel que tuvimos que recuperar, con el esfuerzo consiguiente.
Aquí Diego, al que ya iban abandonando las fuerzas, "comiéndose" el monte como un campeón:












Y lo que teníamos por delante, no se nos presentaba muy cómodo precisamente:












Hacia atrás, todavía teníamos una bonita vista de la majada del Vierru:












El terreno agreste y el verde intenso, nos acompañó durante toda la jornada.



































Pinchar en el enlace para ver más grande:  http://goo.gl/fnnTB











Ahora sí tenemos un descenso largo y complicado, por un arroyo seco, dentro del bosque, que nos acerque a la impresionante Foz del Mildón:












Ya la tenemos cerca:












Sabemos que hay una entrada, pero también que será difícil encontrarla. La alta vegetación nos dificulta seguir el escaso rastro de sendero.












Una prueba de que no estoy exagerando:


Afortunadamente, aquí "hiló fino" el GPS y nos llevó al punto exacto. (Quizás sea el momento de decir que aunque perteneciente a los Picos de Europa, es una zona poco transitada, motivo por el cual, en algunos tramos los senderos se pierden y a veces es necesario usar también eso que solemos llamar "olfato montañero").











Una vez sabidos en el buen camino, nos relajamos un poco y disfrutamos en lo posible, del momento.













Soy consciente de que mis "fotos animadas" tienen mucho margen de mejora. Aún así las pongo para ir practicando. Se que nunca llegarán a la altura de las del "maestro beltri" pero... (Por cierto, aquí "ibes fartucáte de facer pijaínes", o lo que es lo mismo, se iba a poner "morao").











Otra muestra de mi relajación. Haciendo una foto a un trozo de árbol podrido:












Pero no hay mucho tiempo para el relajo. Otra pequeña dificultad que ya llevaba en la imaginación, aparece de pronto ante nosotros.
(Estas dos fotos están hechas una vez cruzado a la otra orilla):












No lo perdáis de vista, pues al final, contaré una buena anécdota relacionada con él:












El canal del centro del rail, es muy estrecho, con lo cual no se puede pisar plano. Hay que apoyarse en los bordes y no se si por el rocío de la noche o por la humedad de las botas, patinaba bastante, con la consiguiente inestabilidad y baño asegurado.
A grandes males, grandes remedios. El ingenio de Diego, que era de lo que más sobrado iba, inventó esta modalidad y me enseñó el camino:












Otro momento relax, una vez superada la nueva dificultad:












Pero no será la última. Lo que tenemos por delante y por donde tendremos que pasar "olfateando" sendero, se nos presenta con no muy buena pinta:












Por momentos hay que ir por la misma orilla del río, que al tener poco caudal, se hace con bastante comodidad, dentro de lo que cabe.
Aunque dije que no abusaría de las fotos de cascadas, voy a poner un par de ellas más y serán las últimas, pero hubiera podido hacer cientos de ellas:























Pero... las cosas se nos van complicando. No queda mucho tiempo para el disfrute. Más bien, todo lo contrario. Hasta ahora no dije nada de uno de los problemas que se nos había presentado y con el que yo no había contado. Llevaba mucho tiempo esperando un día despejado, para poder disfrutar de las vistas que se suponían y así fue, pero eso trajo consigo un gran inconveniente. El calor. Algo con lo que yo, normalmente me encuentro como pez en el agua. Hasta este momento lo habíamos soportado bien, pues habíamos hecho buena parte del recorrido por zonas sombreadas. Pero eran sobre las 4 de la tarde, el sol nos pegaba a placer y posiblemente al estar encajonados entre las montañas, el efecto era mayor. Y por delante ninguna sombra:












Si a esto unimos que tuvimos algunos pasos, que si bien no son de excesivo riesgo, hay que poner bastante atención, pues son muy estrechos y al borde de un importante patio sobre el río, la cosa se complica. Aunque yo no estaba muy sobrado, Diego estaba al límite. A la falta de fuerzas, se le unieron algunos problemas musculares y lo que es todavía peor y que casi todos sabemos lo que es: un importante agarrotamiento que se le fue acumulando en algunos de los pasos delicados que nos encontramos. Estoy muy seguro de que aquí ya no disfrutaba del paisaje:












Esto es solo una pequeña parte de la ladera que vamos dejando atrás, sin rastro de sombra y teniendo que hacer más paradas de las que serían deseables, con el sol castigándonos implacablemente:












Aquí se aprecia mejor. Venimos desde la zona de bosque que se ve al fondo de la foto, a ratos por la orilla del río y otros faldeando la ladera que se ve en la izquierda de la foto:


Y como, afortunadamente, se está acercando el final, quiero dejar claro que lo que hizo Diego, me pareció una hazaña, dada su nula experiencia en montaña. Antes dije que al final iba al límite. Me quedé corto. Creo que sobrepasó sus límites. Casi al final me dio un buen susto. Me paré a hacer un par de fotos (en realidad igual fue para tomarme un descanso con la disculpa de hacerlas), y lo encontré en el suelo, con calambres en las piernas y algún ligero síntoma de ataque de ansiedad. Mi rodilla también se empezaba a quejar y por momentos llegué a temer incluso que nos fuera a afectar una insolación. Solo nos faltó habernos quedado sin agua. Hubiera sido el colmo después de toda la que vimos a lo largo del día. Aún así, nos sobró muy poca y... ¡muy caliente!












Por suerte, ya tenemos a la vista los primeros indicios de civilización:


Muy cerca de esta cabaña ya estaba la carretera que baja del pueblo de Oceño, donde Diego se pudo quedar descansando hasta que yo lo recogiera con el coche.
¿Recordáis que cuando cruzamos el rústico "puente" sobre el rail dije que contaría una anécdota sobre el mismo?   Pues bien, cuando llegué a recoger a Diego, había estado hablando con un mozo (cuando yo llegué ya no estaba), que le dijo que había sido él quien lo había subido... ¡¡al hombro!! hasta allí arriba. Yo calculo que a nosotros nos llevó unas dos horas como mínimo, bajar desde allí. Y lo que no quiero calcular es lo que pesa ni imaginar por donde tuvo que pasar. Si es cierto y no tengo motivos para dudarlo... ¡¡los tiene bien puestos, el tio!!  Y pensar que nosotros casi no podemos llegar con las manos en los bolsillos...











Pero para mí, todavía no terminó el camino. Tengo que bajar por carretera hasta Mildón y después seguir casi otros 2 kms. por la general hasta el sitio donde dejamos el coche. Aproximadamente, al final de la carretera que se ve al fondo completamente de la foto:












Confieso que con el calor que hacía, las fuerzas justas y casi principios de calambres en las piernas, esos kms. por carretera, sobre todo los de bajada, han sido para mí lo más duro de la jornada.
Creo que nunca me he alegrado tanto de ver el coche:


No puedo despedir el reportaje, sin agradecer a Jonatan  (losdelasclaras), que me proporcionó el track de la ruta, si bien por razones obvias, no lo pudimos seguir al pie de la letra. Afortunadamente, por si las moscas (que por cierto, casi nos comen en algunos tramos del recorrido), llevaba otro que "atajaba", acortando el recorrido unos 5 kms. con la desventaja de no llegar a tener vistas a los macizos de los Picos de Europa, ni ver las majadas de Tordín, La Redondina o el Prau Bos. El que quiera disfrutar de un precioso y bien documentado reportaje de la ruta completa, aquí lo tiene: http://losdelasclaras.blogspot.com.es/search/label/Vierro
Por supuesto, lo pongo al final, porque si lo hubiera puesto al principio, nadie se hubiera molestado en ver el mio.











En fin, una lástima que no pudimos disfrutar lo que la ruta se merecía, pero ahora espero que se entienda que me haya arrepentido bastante de haberla hecho.
Me voy a quedar con lo positivo.
Lo mejor, la cara de Diego después de superar el paso del Escobiu. Esto era al principio, la cara del final no es reproducible. Seguramente la mía, tampoco:


Lo peor, haber perdido para siempre un buen compañero de montaña. Ya me ha dicho que le llame cuando quiera para... ¡ir a jugar al golf!
Y al final, todavía tuvo la generosidad de invitarme a unas deliciosas claras en Mildón, en una preciosa terraza, a la sombra, a la orilla del río Cares. Todo corazón.



Hasta la próxima.