No es fácil para mí hacer una valoración del recorrido de hoy, en una zona en la que no suelo prodigarme y en la que, a priori, las expectativas no eran malas. Una cima destacada, con buenas vistas en toda su panorámica y sin dificultades excesivas. Parecía un buen plan.
Para empezar por situarnos en el mapa, nos encontramos en los Montes de Ordunte, divisoria entre el norte de Burgos, Cantabria y Vizcaya.
La primera "sombra" del día empezó pronto. Puesto que nos encontrábamos en la localidad de Agüera (famosa por su buen pan), nos encaminamos a la panadería con la intención de aprovisionarnos para reponer fuerzas por el camino y también algo "para llevar" a casa. Nos encontramos con un cartel en la puerta que decía: "JUEVES, CERRADO POR DESCANSO" .
Afortunadamente, había una segunda opción en la otra punta del pueblo y pudimos solventar este primer contratiempo. Habría más.
Antes de esto, habíamos hecho una pequeña parada en el alto del Puerto de los Tornos, desde donde hice alguna fotografía matinal:
...y desde la tierra, vigilado por este "amigo":
Y empezamos a caminar.
Desde el principio estoy "hablando" en plural y es que, en esta ocasión voy acompañado de Amadeo, que aprovecho para decir, es el responsable (espero que no se sienta culpable) de la elección de nuestra ruta de hoy. Algún conocido o amigo suyo le habló del lugar y decidimos hacerle esta visita.
Y aquí llegó (nada más empezar a caminar) la segunda de las "sombras". Y de ésta, el único responsable fui yo. Llevaba un track completamente circular. La intención era hacerlo en un sentido, pero salí ocupado con el teléfono. Me despisté y tomamos en la dirección en la que deberíamos hacer el regreso. Pero bueno, lo peor estaba por llegar.Esta foto me recuerda que también es acotado de caza y aprovecho para contar una de las buenas anécdotas de la jornada y que a mí, como ex-cazador me trajo buenos recuerdos.
Había una gran afluencia de cazadores, la mayoría en busca de las primeras becadas de la temporada. En un punto de la ruta, nos encontramos con dos de ellos. Yo les preguntaba si habían visto alguna y la respuesta fue que no. Estábamos justo en un cruce de pistas donde nosotros nos teníamos que desviar en busca de la cascada de Aguasal y en el momento que nos despedíamos y empezábamos a caminar, levantó una el vuelo delante de nosotros con el consiguiente susto y emoción por mi parte, recordando lances pasados. Me quedó la curiosidad de si los cazadores, que también la vieron, volverían a tener una segunda oportunidad de abatirla.
Momento para contar otra de las peores experiencias de la jornada. A partir de aquí, más o menos, y durante bastante trecho, el estado de la pista era infernal. (Una pena que no tenga testimonio gráfico, pero la verdad es que no le veía ningún aliciente para fotografiarlo). La abundante cantidad de ganado por el monte y seguramente en busca de agua del cercano río, creo que el Río Ordunte, convirtieron la pista en un tremendo lodazal. Creo que ni en mi época de cazador había pisado tanto fango, barro o no se ni como llamarlo. (Día y lugar ideal para estrenar unas magníficas zapatillas de trekking, de la marca "Bestard"...como era mi caso). Otra de las grandes "sombras" del día.
Por suerte, estábamos entrando en la zona de "luces". Seguramente esto y las maravillosas vistas que nos esperaban en lo más alto, nos compensarían de todo lo negativo que estábamos padeciendo hasta ahora:
El "culpable" de este bonito recuerdo:
Este rincón y sus alrededores, aunque nada cómodo de caminar, es espectacular. Mereció la pena:
Algunos detalles más que llamaron mi atención:
Ya no vimos prácticamente nada. Se metió la niebla, para quedarse, y un viento tremendamente frío hizo que ya no disfrutáramos en absoluto de la cima que ya estaba próxima y donde, al parecer, hay uno de los máximos alicientes de la ruta:
Con permiso:
A 1.343 metros de altura, la turbera de Zalama, que ha sido considerada como la “joya” de Ordunte, es un claro ejemplo de uno de los hábitats más raros y más amenazados de Europa: las turberas de cobertura, que están clasificadas como de interés comunitario. Zalamea es la única turbera de ese tipo existente en el País Vasco. Cabe señalar también, que, de todas las turberas existentes a nivel mundial, sólo un 3% es de tipo cobertor, lo que refuerza el interés de este enclave.
Se trata de una turbera que se alimenta exclusivamente del agua de la lluvia y de las continuas lluvias, y también es pobre en nutrientes. La acumulación progresiva de turba origina una morfología convexa con espesores máximos de 2 metros y que comenzó a formarse hace unos 8.000 años.
Durante las últimas décadas, la turbera de Zalama ha tenido importantes impactos perdiendo su cubierta vegetal y por tanto de la turba en diversas zonas, y no pudiendo, por lo tanto, retener el agua en su interior, debido a la erosión y a los incendios, agravado por la importante presión ganadera, trasiego de personas e incluso de vehículos.
En este hábitat destaca la presencia de la planta Eriophorum vaginatum, catalogada como “En peligro de extinción”, siendo la de Ordunte la única localidad conocida en el País Vasco donde se encuentra. Generadora de turba y propia de las turberas de tipo cobertor, esta peculiar hierba sólo aparece, a nivel de la península Ibérica, en la Cordillera Cantábrica y el Pirineo Catalán. En Bizkaia, esta planta cuenta con un Plan de Gestión, aprobado y desarrollado por la Diputación Foral, que pivota sobre la recuperación y conservación de esta turbera que le da cobijo.
Hierba algodonera (Eriophorum vaginatum) plantada en la restauración de la turbera de Zalama. Foto: Fundación Hazi.
Por otra parte, numerosas especies de flora propias de enclaves húmedos encuentran acomodo en la turbera del Zalama, como el brezo de las turberas (Erica tetralix) y numerosos briófitos (musgos y hepáticas), entre los que cabe destacar la presencia de esfagnos (Sphagnum spp.), un tipo de musgo que es uno de los principales responsables de la formación de turberas. También están presentes otro tipo de plantas como la brecina (Calluna vulgaris).
Anfibios como el tritón palmeado, el sapo común, la rana común o la rana bermeja, y reptiles, como la lagartija de turbera o la culebra de collar, también utilizan este espacio para completar algunas fases de sus ciclos vitales.
Creo que las fotos dan idea de lo agradable del momento:
¿Dije ropa de abrigo? Amadeo es un chicarrón del norte:
Igual es que el flojo soy yo:
Aquí ya parece haberse abrigado algo más. Incluso se ha puesto guantes:
En esta ocasión, fueron mayores las sombras que las luces:
¡Ah!, se me olvidaba lo más importante. La que hubiera podido ser la "sombra" eterna.
En un punto de la bajada, ya próximos a San Pelayo y al pasar un cerrado de alambre, justo en el momento que Amadeo apoyaba el pie en el suelo, sonó una tremenda explosión. <¿Que he pisado?> dijo en tono de humor. Al llegar al pueblo vimos coches y furgones del PGC. Al parecer se había encontrado una bomba de la época de la guerra y la habían explosionado los artificieros. La verdad es que tampoco estábamos tan cerca como para haber corrido ningún riesgo, pero ya era lo único que nos hubiera faltado para que el "exito" de la ruta hubiera sido total.
Y decir también que si alguien quiere ver este mismo recorrido, pero con buenas fotos, con buena información y con buenas vistas, o sea, con muchas "luces" y ninguna "sombra", aquí dejo un enlace a un blog muy interesante:
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