Puesto que el agua va a ser principalmente el protagonista de este "pequeño" reportaje, empezaré diciendo que ¡por fín! la lluvia nos dio una tregua y después de algunas intentonas fallidas, coincido con Ricardo para una nueva salida dominguera. Y escribo pequeño entre comillas por que a pesar de haber desechado un montón de fotografías que no hubieran desentonado con las que voy a poner, aún así, se van a aproximar al centenar, por lo que advierto que quienes no estén dispuestos a soportarlo, pueden pasar página. Creo sinceramente que el lugar se lo merece, aunque, como siempre, la calidad no hará justicia.
Un segundo protagonista del día (habrá un tercero en forma de niebla, sobre todo en los primeros momentos de la ruta) fue el intenso frío. En las proximidades de Orbaneja (punto de partida), el coche llegó a marcar una temperatura de -5,5º
Algunas muestras de lo que digo. Habrá muchas más:
Aprovecho para decir, que algunas de las fotografías que pondré son suyas, aunque muy modesto él, me pidió que no haga distinciones. En cualquier caso, es seguro que contribuyen a enriquecer el reportaje.
Una vez ya en la localidad de Orbaneja del Castillo, comienza el espectáculo fluvial al que hace referencia el título de esta crónica. No descubrimos nada que no se sepa de la muy popular cascada, a la que dicho sea de paso, las recientes lluvias a las que hacía alusión al comienzo, ayudaron a que esté así de llamativa:
Cruzamos por este puente y giraremos a la izquierda para subir al Castillo con la intención de disfrutar de las espectaculares vistas que hay del pueblo desde lo alto:
Volvimos sobre nuestros pasos hasta el puente y sin cruzarlo, seguimos recto en busca de nuestro segundo punto de interés de la jornada.
Algunos detalles por el camino:
Sin comentarios:
Llegados a este punto teníamos dos alternativas de track. Una era volver a bajar y seguir por la orilla del rio y la otra, coger altura y seguir por el páramo alto. Elegimos esta segunda:
Pero antes, aún debíamos transitar por alguna zona "fresca":
Ricardo haciendo alarde de sus dotes de esquiador:
Edito para aportar lo que creo es una buena información al respecto, recopilada del blog de http://www.recorrepicos.com/Rutas/Chozos_Orbaneja.HTM:
Los habitantes de Orbaneja vivían del páramo, ya que el núcleo es una empinada terraza del Cañón del Ebro, impracticable para la ganadería y cultivo. Así es que buscaron arriba, en el páramo, su trillar donde organizaron un casar (Caserío o conjunto de casas que no llegan a formar pueblo).
Chozos de Estilla: Mientras que los ganaderos se resguardaban en los refugios de los rediles que hemos visto antes, los agricultores lo hacían en este agrupamiento en una gran era de unas treinta y ocho cabañas (contando las ruinosas) equidistantes entre ellas. Cada vecino tenía su chozo (algunos son ‘adosados’) y su correspondiente parcela. No se quedaban a vivir aquí, sino que bajaban al pueblo. Eran refugios para protegerse del calor y del frío y también para guardar las herramientas.
A la vez que quitaban las piedras de la pradera para el cultivo las iban apilando para hacerse los chozos, unos de planta cuadrada y otros circular, con el suelo ligeramente rebajado dentro. No se utilizaba tipo alguno de mortero (argamasa, cemento, cal, etc.). La bóveda se compone de rocas colocadas en forma de corona piramidal por aproximación de hileras de piedras, que cierra concéntricamente la pared hasta unirse en la cumbre donde una laja mayor cierra el techo.
El caserío de la Estilla se llama también los Chozos de la Laguna. Hay otro apenas 1 km. al Este cercano a la carretera: los Chozos del Para con otra treintena de chozas.
Por aquí abandonamos lo que para nosotros fue una agradable sorpresa, ignorantes de su existencia:
Y con una de las imágenes más representativas del lugar (el beso de la mañana continúa al atardecer, lo que me hace pensar que se han jurado amor eterno), ponemos final a una de esas actividades que suple la falta de una cumbre destacada (a quienes como yo somos aficionados a ese tipo de rutas) con otros alicientes, que como en este caso dejan grandes recuerdos:
No sé si alguien habrá reparado de la presencia de un perro de caza (sabueso) en algunas de las fotos. Pues bien, como anécdota curiosa, se juntó a nosotros cerca de Villaescusa de Ebro y nos acompañó durante todo el recorrido. A pesar de llevar un collar Gps, daba la impresión de estar perdido de alguna cacería. En algún momento reparamos en que llevaba una chapa en el collar con un número de teléfono. Llamamos varias veces pero no estaba operativo. Ya nos comenzábamos a preocupar pues estábamos cerca de las calles de Orbaneja y seguíamos sin poder contactar con el dueño. Afortunadamente, en los últimos metros, este apareció y... todos contentos.
Con las últimas horas de luz diurna, dábamos vista al lugar desde donde hacía bastantes horas habíamos comenzado y que a pesar del frío, de la niebla y del esfuerzo, nos había dejado la sensación de haberlo dado todo por bien empleado:
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