Aprovechando un día de descanso en el trabajo y por supuesto, con el beneplácito de mi encantadora esposa (con este comentario me estoy "trabajando" la próxima escapada), me decidí a madrugar para volver a recordar la que fue mi primera incursión a las rutas de montaña. Esta vez, sin el aliciente de la compañía de mi guía y compañero en aquella ocasión y ahora en tantas otras. (Por si alguno lo recordáis, Aurelio, el de la "barbacoa en Áliva").
Esta vez, por
motivos que ya diré más adelante, sin información sobre mapa, ni relieves ni
ninguna "chorradita" de esas que tanto nos gusta poner.
No sabía si poner
esto (pues se me puede estropear ese permiso al que me refería antes), pero para
situarnos geográficamente de algún modo, después de un duro debate interno,
decidí ser valiente y contar que lo primero que vi interesante en la jornada,
fueron las bonitas... "¡Tetas de Liérganes!"
(Lo siento por vosotros,
Liérganes no es el nombre de
ninguna señora, pero me alegro por mí. Si lo fuera, no habría ruta el próximo
día).
Esto no va por vosotros, seguid mirando:
Y ya que no tengo mucha informacíón geográfica, para los que no tengáis la suerte de conocer esta bonita tierra norteña, os muestro un poco nuestra "calidad de vida" y así os animáis a visitarnos. Un claro ejemplo:
Y si así son las porquerizas, ya os haréis una idea de como serán nuestras viviendas, ¿no?
Aquí tenéis la de Laura y Manuel:
O la de sus vecinos:
Y que decir de nuestros coches. (Este, aparcado a la puerta del chalet):
O este otro:
¡Ah!, se me olvidaba, este es el de Laura y Manolón. (Le llaman LON). La casa, al fondo:
Sí, tenéis razón, ya vale de cachondeítos, que aquí lo que queremos son montañas.
Pues también tenemos. ¿Que os parecen estas?:
O estas:
Pero vamos a ir por orden y sobre todo, un poco más en serio.
Desde la
carretera, antes de llegar al inicio de la ruta, se pueden admirar "rinconinos"
(me salió la vena astur), como este:
Aquí, una vista, también desde la carretera, de las proximidades del nacimiento del río Miera.
Digamos que, aproximadamente a la mitad de la subida del puerto de Lunada (que me perdone, quien no esté de acuerdo, pero a mí, me parece el más bonito de Cantabria), está el mirador de Covalruyo:
Recientemente restaurado y al que se llega por esta bonita escalera:
A falta de turistas, estaba "tomado" por el ganado.
Con permiso de las vaquitas, me asomo y lo que veo es... ¡espectacular! Para quedarse un buen rato contemplando.
En esa especie de construcción que se ve en el mirador, en una foto anterior, hay una placa con una inscripción del poeta cántabro, Gerardo Diego, al río Miera, cuyo nacimiento se encuentra en las cercanías:
¡Me marcho del mirador, antes de que me echen!
Hay cola para el mirador. ¿Tendrán permiso de conducir? Cuando las dejan salir solas, será que tienen.
Y por fin, la ruta empieza aquí. (No preocuparse, que se termina antes de lo debido).
Nada más dejar el coche, esto es lo que se ve para la vertiente burgalesa:
Y después de coger un poco de altura, esto para la parte cántabra:
El objetivo: "aquello" que se ve al fondo, muy al fondo:
Pronto paso cerca del Picón del Fraile. (Supongo que lo sabréis casi todos, pero por si hay algún "despistao", esa bola es un radar militar, que... "adorna" dicha cima).
El recorrido es más bien facilón, pues discurre, en su mayor parte, por laderas herbosas sin mucho desnivel.
Las vistas hacia todos los puntos son magníficas:
No hay muchas indicaciones del camino a seguir, pero es bastante... intuitivo, pues en buena parte del recorrido, vamos viendo esa sombra que nos espera y que este "jito" parece indicarnos en la lejanía:
La verdad es que esta ruta es preciosa, pero para la cámara, un poco monótona, aunque yo se que uno de los problemas principales de la fotografía está en lo que yo llamo, saber... "ver". Tenemos varios y extraordinarios ejemplos en este foro, de todos conocidos. Mi ojo no llega más allá que para ver alguna que otra sima o algún que otro detalle del camino.
¡Vaya!, aquí tengo un poco de diversión. (Menos de lo que aparenta):
De vez en cuando se pueden admirar paisajes como estos:
Precioso monte y no menos bonita ruta a esa que se ve al fondo:
Y... ¡sorpresa! "Hasta aquí puedo leer". Cuando parecía tenerla cerca...
... !fue imposible! Y el disgusto, importante, pero... se juntaron varios motivos. Hace unos pocos días tuve un tirón en un gemelo, seguramente motivado por una sobrecarga de mi anterior ruta, en Picos y en un pequeño salto, reapareció la molestia. Si a esto unimos el que (a pesar de lo intuitiva que os dije antes que es la ruta), en un cruce... incierto, cogí el sendero equivocado, con lo que perdí bastante tiempo. Pero a pesar de eso, creo que lo que más me obligó a darme la vuelta, fue el fuerte viento. Nunca, en toda mi vida, he sentido en mis propias carnes, un viento tan fuerte. La ruta no es en absoluto peligrosa, pero en según que sitios, no te dejaba caminar y los golpes de las correas de la mochila, eran como latigazos. Y todavía tenía que coger bastante altura para llegar a la cima, así que por esta vez y sin que sirva de precedente, se impuso la sensatez. Aunque no se aprecia muy bien en las fotos, os aseguro que la posición de la cola de las vacas, no es porque estaban espantando las moscas. El viento se las ponía como banderas:
En todo el camino de vuelta, ya no tuve humor nada más que para sacar un par de fotos "serenas":
Pero lo peor de todo, es que cada cierto tiempo, miraba hacia atrás y lo que veía era ¡esto!:
Ríete, pero prometo que... ¡¡volveré!!...
... y os lo contaré.
Hasta la próxima.
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