Voy a empezar reconociendo que, tal vez por su proximidad a casa o por la cercanía al mar, nunca aprecié como se merece los valores de belleza, incluso de dureza montañera que tiene este Monte Candina (también llamado Solpico). Es posible que contribuya a ello su escasa altitud, 481 msnm.
Intentaré esta vez, modestamente, hacerle justicia como se merece. Y digo "esta vez", por que si no llevo mal la cuenta, esta será la cuarta vez, seguramente por esa proximidad a la que antes me refería, que disfruto de sus bondades, sin haberle dedicado nunca la más mínima reseña. (Es posible que hoy me pase en el número de fotografías que voy a poner. Pido disculpas por adelantado).
Un contacto con Ricardo, en el que me apunta que podemos hacer algo que no sea muy lejano y...¿qué mejor ocasión para mostrarle a él ese rincón que por su incipiente afición no conoce, aunque yo lo tenga muy pateado, pero que nunca defrauda?
Así que, apoyándome en él o animado por su compañía y con más frecuencia de lo habitual, me calzo nuevamente las botas y empezamos a caminar:
La simple vista del relieve ya nos debería dar una idea de que no se trata de un cómodo paseo por la orilla del mar:
También debo decir, que uno de los principales motivos por los que en ninguna de esas veces anteriores en las que estuve aquí hice reseña de ello, fue por el convencimiento de que no iba a aportar nada que la mayoría de aficionados no conozca. La proximidad, el fácil acceso y la cercanía a una zona de gran afición y tradición montañera como es el País Vasco, me hacían pensar que sería un atrevimiento por mi parte.
Hacerlo en fin de semana, condicionado, como ya dije alguna vez, por las obligaciones laborales de Ricardo, solo hicieron confirmar que habrá poca gente que no lo conozca. Así pues, soy consciente de que no habrá mucho interesado en ojear este "abundante" reportaje fotográfico. Pero...¡oh, sorpresa! Aunque hemos madrugado, relativamente, ya hace un rato que es de día y el aparcamiento está vacío. ¡Todo el monte para nosotros solos!
El principio del camino estaba bastante embarrado:
A medida que ganamos altura desaparece el barro y aparece la roca, a la que se aferran los árboles con un gran poder de supervivencia.
(Serán varios los ejemplos que veremos a lo largo del recorrido):
No es un sitio donde las condiciones de navegación sean complicadas, pero aún así, está muy bien señalizado:
A partir de aquí y siempre por sendero bien marcado, la roca comienza a ser la gran protagonista de casi todo el camino:
Ricardo se dirige a esa especie de cueva, con lo que parece la intención de tomarse un descanso, pero...
Curioso agujero en la roca:
Y una primera visión de los famosos "Ojos del Diablo" (Arcos de Llanegro), objetivo principal de la mayoría de visitantes del lugar:
Después de un tramo algo más confuso de orientación y por un terreno de lapiaz bastante caótico, nos aupamos a la cima de más altitud de este macizo de Candina. Igualmente confusos son, como ocurre en otros muchos lugares, los nombres y las altitudes de los puntos más destacados. El buzón pone Solpico y 472 m. (Dependiendo del mapa también se puede leer Salpico). En otras partes a este se le conoce como Candina y de echo, en otra cima por la que pasaremos más adelante, también pone Salpico y 486 m. Yo me inclino por que este primero es el Candina (mi gps marcaba 481 m.) y es el de mayor altitud, mientras el siguiente podría ser Solpico, unos tres metros menos. Pero vamos, un lío y confieso mi total desconocimiento sobre el asunto.
En cualquier caso, ahí posábamos Ricardo y yo, mientras un viento helador nos atizaba de lo lindo:
Las vistas hacia todas partes son espectaculares. Aquí se pueden ver el Monte Buciero de Santoña, Laredo, etc...:
Los buitres tendrán protagonismo más adelante. Aquí Ricardo intentando alguna toma interesante:
Continuamos cresteando, lapiaz tras lapiaz, mientras hacemos fotos de algunos detalles que llaman nuestra atención:
Llegamos a la segunda cima a la que me refería antes, donde en ese simpático perrito figura el mismo nombre que en el anterior y con una altitud superior:
Desde aquí seguimos cerrando la circular en dirección a los "Ojos del Diablo", para no ser menos que la multitud que estamos empezando a divisar a lo lejos.
Pero eso será un poco más adelante:
Y puesto que los buitres empiezan a hacer su aparición (la verdad es que los estuvimos viendo, más cerca o más lejos, durante todo el recorrido), les vamos a dar ese protagonismo que sin duda tienen siempre en ese lugar. Pienso que el motivo por el que no dejamos de verlos en ningún momento en un ir y venir constante es motivado por que están ocupados en su periodo de nidificación. Era frecuente verlos pasar con ramas entre las patas, lo que confirmaba lo que digo. Seguramente "todo el mundo" conoce la buitrera de Candina, aunque como en tantas y tantas otras cosas, creo que no somos conscientes de la importancia que tiene. En alguna parte he leído que la calificaban como "un tesoro con alas". Al parecer, solo en dos lugares en todo el mundo se pueden observar los buitres en acantilados al borde del mar y uno de esos lugares únicos es éste. (El otro creo que se encuentra en Croacia).
Nos hubiera gustado haber hecho unas mejores fotografías del momento pero la falta de objetivos adecuados lo hizo casi imposible.
Alguna pequeña muestra de lo que con algo de paciencia y buen material se podría conseguir. Y digo esto con muchos reparos, pues nada más lejos de mi intención que fomentar el que se les pueda molestar y más en su época futura de reproducción:
Confieso que la mayoría de estas fotos de los buitres son de Ricardo. "Al César lo que es del César".
No nos fue fácil esquivar toda la gente para poder hacer alguna foto decente de los "Ojos del Diablo", así que sin perder mucho tiempo, "apuntar y disparar" sin demasiado espero y salimos zumbando de aquel...tumulto. Un poco más y sería necesaria distancia social y mascarilla:
Todavía nos quedaba otra cota destacada, con buzón, donde también dejamos constancia de haber estado pero ya ni me molesto en averiguar nombres ni altitudes. Solo quiero esquivar personas y perros y salir de allí lo antes posible. Lo siento, es por aquello de "lobo solitario". (Aquí debería ir ahora un emoticono desternillándose de risa).
Un poco más adelante de ese punto cerramos la circular y regresamos sobre nuestros pasos de subida para dar por finalizada esta bonita ruta mañanera. El balance es positivo. Las vistas extraordinarias y el recorrido muy entretenido. Pero ¡ojo!, que nadie se piense que es "coser y cantar". El continuo pisar de la caliza y la atención que hay que prestar en todo momento para no meter los pies en las innumerables grietas y agujeros, hacen que, al menos mis piernas, me recuerden que no es ni mucho menos uno de los recorridos más cómodos que haya hecho.
Y tampoco todo es belleza natural:
Recuerdo que decía al principio, con el aparcamiento vacío, que el monte estaría solo para nosotros e incluso que podría haber alguien que no lo conozca y que podría interesarle ojear esto (leerlo ya sería pedir demasiado)... ¡¡Que ingenuo!!
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