miércoles, 14 de noviembre de 2018

VALDECEBOLLAS-CUEVA DEL COBRE. "La montaña nos enseña cada día".




No puedo presumir de llevar muchos años practicando esta afición que nos ocupa, y diría que nos une, pero sí de tener ya una cierta experiencia y sin embargo, cada vez que voy a la montaña siento que me enriquece, me enseña cosas nuevas e incluso me da lecciones de humildad con cierta frecuencia. Siempre se dijo que "de los errores se aprende". Pues bien, en este caso ha sido así.

Como siempre, planeo la ruta cómodamente sentado delante del ordenador. Echo una ojeada a la carpeta de "PENDIENTES" donde algunas de esas rutas se van quedando "marginadas" unas veces por temor a la dificultad, otras por lo contrario. Tal vez demasiado cómodo o corto o sencillo para que merezca la pena el desplazamiento, etc... Y este Pico Valdecebollas, aunque no llevaba mucho tiempo en esa carpeta estaba en el apartado de estas últimas. Ya llevábamos varias salidas de cierta dureza...los días ya tienen pocas horas de luz...y en definitiva, no me apetecía darme una "paliza". Decido que este "picucho" (aunque con una altitud de más de 2100 metros de altitud) que está a unos escasos 4 kilómetros de la salida y que partimos de más de 1700 es "pan comido". Una pendiente durilla en la salida, hacemos cumbre pronto y luego cresteamos hasta completar una circular disfrutando del paisaje, con un aliciente final como sería el nacimiento del río Pisuerga. En algo no me equivoqué. El paisaje compensa con creces el esfuerzo. Así que busco un track cualquiera (primer error) de los muchos que se encuentran por Internet y ni siquiera me molesto en mirar el perfil. Pero de eso "hablaré" más adelante.
El principio no puede ser más espectacular. Antes de llegar al punto de partida, hacemos (como siempre últimamente me acompaña Amadeo) una parada para disfrutar del amanecer:















































Pinchar en el enlace para ver más grande: https://goo.gl/6kUB5x









Como la mayoría de las veces, se me olvidaba situar la localización de la ruta. Iniciamos la andadura desde el abandonado refugio del Golobar, próximo a las localidades palentinas de Brañosera y Barruelo de Santullán. El citado refugio ya se ve al fondo en el centro de la foto:



















Hay un amplio aparcamiento desde el que todavía podemos disfrutar de un amanecer radiante:












Una vez nos pusimos en marcha, el panorama bien se merecía un vistazo atrás:










Lo que veíamos hacia adelante también prometía:




















Seguíamos cogiendo altura (no sin esfuerzo) y lo que dejábamos a la espalda también merecía la pena:











Pero nuestro sencillo objetivo estaba al frente:





























Una vez llegados al collado ya divisamos nuestra sencilla cima de hoy:










Cada vez más cerca. (En algunos puntos no pudimos evitar el tener que cruzar algunos neveros, pero sin mayor dificultad. Solo en un punto encontramos la nieve helada, pero sin ningún tipo de peligro):











A nuestra derecha ya podíamos divisar también la sierra de Híjar o lo que es lo mismo, las cumbres de Campoo. Después las veremos con más detalle:










Amadeo oteando el horizonte:











Aunque en la foto casi no se aprecia, ya podíamos ver la cruz que hay en el punto más alto:











Un poco más cerca:



















El fuerte desnivel en poca distancia salvado hasta aquí mereció la pena. La panorámica hacia cualquier dirección que se mire es impresionante. Extraordinario mirador:










Pero es el momento de decir que no pudimos extasiarnos por mucho tiempo. A pesar de lo excelente de la climatología aparente en las fotografías, el frío era intenso. Un viento helador nos permitía detenernos el tiempo justo para tomar constancia del momento. Hasta aquí no nos habíamos protegido las manos con guantes y los dedos nos dolían por el simple echo de apretar el botón de la cámara.
Creo que algo se puede apreciar en nuestras caras:



















Algunos detalles más de la cima:




















Solo a nosotros con el frío que hacía se nos ocurre subirnos a lo más alto:











Yo todavía más tonto que subí un "piso" más arriba:






































(2139 msnm).



















Algunos de los "monstruos sagrados" de la montaña palentina:











Y aquí los más destacados de la sierra de Híjar a los que me refería antes:











Y ahora vamos a seguir cresteando un poco:










Esto vamos dejando atrás:






































Una más de las cimas importantes de la zona de Tres Mares que antes no había entrado en la foto:











Más o menos en este punto y retomando la reflexión del principio de este reportaje, empecé a sospechar que el "cómodo paseo" no lo iba a ser tanto. Lo que imaginaba que iba a ser un sencillo cresteo se iba a convertir en un sube/baja que al final pagaríamos caro. Voy a poner una imagen del relieve para que se pueda entender mejor a lo que me refiero. Si nos imaginamos esa imagen dada la vuelta, sería un perfil habitual de la mayoría de rutas de montaña. Una subida más o menos dura hasta una cumbre a la mitad aproximadamente de la distancia a recorrer y después un descenso, también más o menos cómodo hasta regresar al punto de partida, pero...¡la realidad fue otra!:


Un "2 en uno". Perdimos altitud hasta el punto de bajar unos 400 más de la altitud del punto de partida, teniendo que volver a subir hasta casi la altura máxima a la que habíamos estado, con el agravante de tener que hacerlo cuando ya llevábamos la mitad de la distancia recorrida en nuestras cada vez más mermadas piernas. Si a esto añadimos que el track que llevaba debió ser creado por otro "mermado" pero este "mermado cerebral", ya puedo adelantar que lo pudo ser trágico se quedó "solo" en una de las rutas más duras que recuerdo.










Pero de momento vamos a seguir descendiendo y disfrutando en lo que cabe de la agreste naturaleza que nos rodea:










Si bien oficialmente, el nacimiento del río Pisuerga se suele atribuir en la Cueva del Cobre (por la que pasaremos más adelante) la realidad parece ser que es en este punto, en la ladera del pico Valdecebollas:













Algunos detalles más que llamaron mi atención:























































Amadeo, a la sombra de una destacada mata de acebo y con cara de felicidad, ajeno a lo que nos espera al final del día:






































Los únicos vestigios recientes de la mano del hombre en todo el recorrido y que desentonan bastante con el paisaje:





























Bonita muestra de las pocas que ya quedan del apogeo otoñal que ya va desapareciendo de nuestros bosques:



















La siguiente fotografía me da pie para comentar algo que por desgracia es bastante frecuente en la toponimia de nuestra geografía. Yo elegí para el título "Cueva del Cobre", pero también hubiera podido ser "Cueva DE Cobre"..."Cueva Cobre"..."Fuente DEL Cobre"..."Fuente DE Cobre"...o "Fuente Cobre" que es lo que pone en este indicador:


A mi me gustaría saber cual es el nombre real. Pasa algo similar con la altitud de la mayoría de las montañas, pero bueno, creo que es una batalla perdida.









Aquí estamos en uno de los puntos más bajos de la ruta y ahora hay que volver a subir a aquello más alto que se ve al fondo y bajar de nuevo hasta el coche. ¡No quiero ni pensarlo!:











Será mejor disfrutar de las cosas cercanas:






































Mariposa confiada o sabía que se trataba de una mano amiga:











Cada vez más cerca de la famosa Cueva o Fuente...¡o como quiera que se llame!










Ya la tenemos a la vista:


Aprovecho esta foto para decir que aquí cometimos uno de los mayores errores por seguir fielmente el trazado que llevábamos en el gps. Aquí teníamos que seguir por la derecha y lo hicimos subiendo "a plomo" y bordeando por la parte alta el farallón rocoso que se ve encima de la cueva, cuando si lo hubiéramos hecho por la parte baja por una especie de sierra baja hubiésemos ido a parar al mismo sitio con mucho menos esfuerzo.



















El interior de la cueva es amplio y realmente espectacular. Y el agua que se ve se supone es el nacimiento del río Pisuerga:





















No pongo más fotos del interior de la cueva pues debido a las condiciones de luz salieron todas movidas y no pude aprovechar casi nada:











Y por aquí sale el agua al exterior:











Pero tenemos que seguir, pues aún nos queda lo peor y el sol ya comienza a estar bajo:





























Después de pegarnos la paliza del rodeo que comenté antes, "descansamos" en este lugar llamado "Las Lagunas de Sel de Fuente":





























La luz empieza a escasear y todavía nos quedan algunos kilómetros que recorrer:



















Sí. ¡Nos volvió a "coger la noche"! Pero lo peor no era eso. Llevábamos los indispensables frontales. Lo peor fue por donde nos "llevó" el "masoca" creador del fatídico track. Tal vez el lo hizo en verano, sin nieve y con muchas horas de luz, pero lo hizo por la parte más abrupta, dura y difícil que se pueda encontrar en aquella zona y por si eso fuera poco, pisando agua y nieve en abundancia. Aunque nuestro "olfato montañero" nos decía otra cosa, el miedo a abandonar la única referencia que teníamos para salir de aquel atolladero en plena noche, se imponía. Hasta que llegamos a un punto donde decidimos seguir nuestro instinto y afortunadamente estábamos en lo cierto. Lección aprendida. Yo soy el primero que sin gps no saldría a la montaña, pero a partir de ahora planificaré mis salidas con más esmero, tendré en cuenta que quien hizo ese recorrido y colgó el track en la red, seguramente fue la primera vez que lo hizo y se pudo equivocar "gravemente" y daré un poco más de libertad a ese "olfato montañero" que mencionaba antes. En cualquier caso, el principal culpable fui yo por menospreciar el recorrido y acepto con humildad esa nueva lección con la que "la montaña nos enseña cada día".
Una lástima, pues el bonito atardecer se hubiera merecido un mejor disfrute por nuestra parte:











A pesar de todo, después de caminar otras casi dos horas en la noche, antes de llegar al coche abatidos por el cansancio, recuerdo este momento y solo por esta contemplación, pienso que mereció la pena y ¡lo volvería a hacer!:




Hasta la próxima.