domingo, 19 de diciembre de 2021

Castillo de Orbaneja y Cascada del Tobazo. "Maravilla acuática".



Puesto que el agua va a ser principalmente el protagonista de este "pequeño" reportaje, empezaré diciendo que ¡por fín! la lluvia nos dio una tregua y después de algunas intentonas fallidas, coincido con Ricardo para una nueva salida dominguera.  Y escribo pequeño entre comillas por que a pesar de haber desechado un montón de fotografías que no hubieran desentonado con las que voy a poner, aún así, se van a aproximar al centenar, por lo que advierto que quienes no estén dispuestos a soportarlo, pueden pasar página. Creo sinceramente que el lugar se lo merece, aunque, como siempre, la calidad no hará justicia. 
Un segundo protagonista del día (habrá un tercero en forma de niebla, sobre todo en los primeros momentos de la ruta) fue el intenso frío. En las proximidades de Orbaneja (punto de partida), el coche llegó a marcar una temperatura de -5,5º 
Algunas muestras de lo que digo. Habrá muchas más:


































Ricardo, intentando plasmar con su cámara, lo que nosotros apreciábamos en nuestros cuerpos:












El resultado podría ser éste:


Aprovecho para decir, que algunas de las fotografías que pondré son suyas, aunque muy modesto él, me pidió que no haga distinciones. En cualquier caso, es seguro que contribuyen a enriquecer el reportaje.











Una vez ya en la localidad de Orbaneja del Castillo, comienza el espectáculo fluvial al que hace referencia el título de esta crónica. No descubrimos nada que no se sepa de la muy popular cascada, a la que dicho sea de paso, las recientes lluvias a las que hacía alusión al comienzo, ayudaron a que esté así de llamativa:
























































Y comenzamos a caminar:












Dejamos a los más que famosos "camellos" dándose un matutino beso en la niebla:












Cruzamos por este puente y giraremos a la izquierda para subir al Castillo con la intención de  disfrutar de las espectaculares vistas que hay del pueblo desde lo alto:












Pero una vez arriba, la niebla nos impedía ver absolutamente nada en la distancia:























Tampoco quisimos arriesgar para llegar hasta el buzón, pues lo que en circunstancias normales sería muy sencillo, el hielo lo había convertido en peligroso. Un resbalón y la consiguiente caída por el cortado sería, seguramente fatídica. Motivo por el cual, nos conformamos con hacer la foto de rigor desde "el campo base":























La claridad era cada vez mayor y hacíamos tiempo por si la niebla se retiraba y podíamos ver algo del pueblo:












Después de unos minutos en los que tuvimos la suerte de ver volar una pareja de perdices rojas y algunos buitres, esto es lo más que llegamos a ver y cansados de esperar, abandonamos el Castillo:












Volvimos sobre nuestros pasos hasta el puente y sin cruzarlo, seguimos recto en busca de nuestro segundo punto de interés de la jornada. 
Algunos detalles por el camino:













































El frío seguía siendo intenso, como se puede apreciar en las siguientes imágenes:















































































Ni siquiera el río se libraba de la fuerte helada:


































Aunque ya los primeros rayos de sol pugnaban por entrar a esa zona tan sombría:


































¡Más madera!:












Cualquier día nos van a poner ascensores en el monte:












Seguimos bordeando el rio y echando de menos aquel sol que ya vemos "acariciando" las alturas. (Suena demasiado poético esto, ¿no?) 

:

































Ya debemos de estar cerca de ese segundo punto de interés y que no es otro que la Cascada del Tobazo:











Y efectivamente, estábamos cerca. Es un lugar maravilloso. Toda la falda de la montaña es un continuo discurrir de cascadas, a cual más espectacular. Seguramente la época del año ayuda a ello. Aparecen cascadas por los sitios más inesperados. "Maravilla acuática".
Sin comentarios:














































































Hago un paréntesis para decir que la subida bordeando las cascadas es bastante exigente, al menos nada cómodo. En la siguiente foto (aunque no es muy buena), se puede apreciar el curioso peldaño "artifical, atornillado" sin  el cual sería muy difícil progresar por ese punto:












Continúa el espectáculo:













































En la parte alta, hay algunos árboles (Hayas) de buen porte:
























































En este lugar aparece el agua del interior de la montaña:












Llegados a este punto teníamos dos alternativas de track. Una era volver a bajar y seguir por la orilla del rio y la otra, coger altura y seguir por el páramo alto. Elegimos esta segunda:












Una última mirada hacia abajo:












Estamos deseando llegar a la zona soleada:












Pero antes, aún debíamos transitar por alguna zona "fresca":























Ricardo haciendo alarde de sus dotes de esquiador:























Después de un buen trecho por cómodo camino fuimos progresivamente perdiendo altura hasta bajar a la localidad de Villaescusa de Ebro, donde buscaremos con ansiedad un lugar soleado para reponer fuerzas:














































































Una vez disfrutado ese momento de "recuperación" y habiendo seguido a rajatabla las indicaciones de urbanismo, cruzamos el rio nuevamente por el puente y seguimos las nuevas indicaciones que nos llevan a cerrar la circular programada:























Otra vez a coger altura al nuevo páramo y tras unos kilómetros de un paisaje bastante monótono, llegamos a una zona que, confieso no tener ni la menor idea de su existencia y que son los Chozos de Orbaneja



































Las fotografías no dan una idea real de lo llamativo del lugar. Son montones de esos chozos en todas direcciones. (Tal vez más de treinta y en muy buen estado de conservación). Aunque la información que tengo es muy escasa, creo que hay más en las cercanías y estos son los llamados Chozos de Estilla. No estoy seguro si eran chozos de los pastores de la época o eran viviendas de agricultores, pues acabo de leer las dos versiones. Soy consciente de que me debería de haber documentado mejor y poner aquí  una información más completa, pero......
Edito para aportar lo que creo es una buena información al respecto, recopilada del blog de http://www.recorrepicos.com/Rutas/Chozos_Orbaneja.HTM:

 Los habitantes de Orbaneja vivían del páramo, ya que el núcleo es una empinada terraza del Cañón del Ebro, impracticable para la ganadería y cultivo. Así es que buscaron arriba, en el páramo, su trillar donde organizaron un casar (Caserío o conjunto de casas que no llegan a formar pueblo).
            Chozos de Estilla: Mientras que los ganaderos se resguardaban en los refugios de los rediles que hemos visto antes, los agricultores lo hacían en este agrupamiento en una gran  era de unas treinta y ocho cabañas (contando las ruinosas) equidistantes entre ellas. Cada vecino tenía su chozo (algunos son ‘adosados’) y su correspondiente parcela. No se quedaban a vivir aquí, sino que bajaban al pueblo. Eran refugios para protegerse del calor y del frío y también para guardar las herramientas.
            A la vez que quitaban las piedras de la pradera para el cultivo las iban apilando para hacerse los chozos, unos de planta cuadrada y otros circular, con el suelo ligeramente rebajado dentro. No se utilizaba tipo alguno de mortero (argamasa, cemento, cal, etc.).  La bóveda se compone de rocas colocadas en forma de corona piramidal por aproximación de hileras de piedras, que cierra concéntricamente la pared hasta unirse en la cumbre donde una laja mayor cierra el techo.
            El caserío de la Estilla se llama también los Chozos de la Laguna. Hay otro apenas 1 km. al Este cercano a la carretera: los Chozos del Para con otra treintena de chozas.











Por aquí abandonamos lo que para nosotros fue una agradable sorpresa, ignorantes de su existencia:


No sé si alguien habrá reparado de la presencia de un perro de caza (sabueso) en algunas de las fotos. Pues bien, como anécdota curiosa, se juntó a nosotros cerca de Villaescusa de Ebro y nos acompañó durante todo el recorrido. A pesar de llevar un collar Gps, daba la impresión de estar perdido de alguna cacería. En algún momento reparamos en que llevaba una chapa en el collar con un número de teléfono. Llamamos varias veces pero no estaba operativo. Ya nos comenzábamos a preocupar pues estábamos cerca de las calles de Orbaneja y seguíamos sin poder contactar con el dueño. Afortunadamente, en los últimos metros, este apareció y... todos contentos.









Con las últimas horas de luz diurna, dábamos vista al lugar desde donde hacía bastantes horas habíamos comenzado y que a pesar del frío, de la niebla y del esfuerzo, nos había dejado la sensación de haberlo dado todo por bien empleado:

































Y con una de las imágenes más representativas del lugar (el beso de la mañana continúa al atardecer, lo que me hace pensar que se han jurado amor eterno), ponemos final a una de esas actividades que suple la falta de una cumbre destacada (a quienes como yo somos aficionados a ese tipo de rutas) con otros alicientes, que como en este caso dejan grandes recuerdos:




Hasta la próxima. 













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