Como casi siempre, el título es un poco sensacionalista. Ninguna gana tengo de morirme. Más bien lo contrario. Sobre todo, ahora que he comprobado que mis condiciones físicas actuales aún me permiten hacer "salvajadas" como ésta: 3 horas y pico de conducir (más de 300 kms.), de ida, unas 10 horas de pateada (la mayor parte de ellas por un terreno difícil) y otro tanto de vuelta a casa.
Confieso, utilizando una forma de "hablar" actual, que sin duda estará en el top 3 de mis rutas más duras y complicadas.
Si a todo esto le añadimos que llevaba, casi exactamente un año (desde el 14-09-2023), sin hacer una salida, creo que son motivos más que suficientes de alegría por no estar realmente muerto.
No quería alargar demasiado el prolegómeno, pero no puedo empezar sin decir que también estoy muy contento de ¡¡por fin!!, haber realizado este "proyecto", que tanto tiempo llevaba "cocinando". Otro título apropiado para el reportaje hubiera sido el típico de... "Otro sueño cumplido".
Sin más "rollo", me pongo en marcha.
El lugar:
Así que, siguiendo su propia recomendación y en compañía de "mi fiel" Amadeo, decido que...¡ahora o nunca!
Ya en el aparcamiento tenemos algo de información:
Y ya que a ello me refiero, diré que llevaba mucho tiempo intentando recopilar esa información sobre las condiciones generales de la ruta y no hay tanta, ni tan clara, sobre la dificultad de la misma. Es verdad que lo que son las lagunas no necesitan ninguna información especial, pues se trata de un recorrido muy trillado, bien señalizado, nada complicado y sin mayor dificultad que subir y bajar unos 200 metros de desnivel. Pero el "añadido" de Las Calderas, es otra historia completamente diferente y aunque hay algunos vídeos por la red (yo he visto todos), ninguno refleja la realidad de la dificultad, dureza y hasta riesgo que se encierra en aquel corto trayecto del llamado Arroyo Palazuelo.
Aunque son varias las opciones de caminos a seguir, a nuestro principal destino nos llevaba este sendero que comenzaba en un claro ascenso entre pinos:
A nuestra izquierda, dejábamos atrás las lagunas de Los Patos (en la foto) y la Brava, que prácticamente ni se ve.
La primera que vemos a nuestra derecha es la Laguna Larga.
Una vez salvado el primer desnivel, sin mayor dificultad, se llega al Alto de la Campiña:
2049 metros de altitud. (Según donde se mire):
En el buzón 2048:
Como se puede adivinar por nuestras caras, la temperatura no era de lo más agradable.
(Más tarde sería diferente).
...a la que Amadeo contempla con admiración:
Recobramos la ilusión, pues por primera vez podemos ver claramente la Laguna Negra:
Un vistazo atrás, otra vez sobre la Laguna Larga:
Continuamos caminando por la cresta:
Ahora ya disfrutando del maravilloso paisaje:
Aún tenemos que seguir un tramo por la cresta antes de desviarnos hacia las Calderas...¡del infierno!:
Poco podíamos imaginar lo que nos esperaba:
He de reconocer que los "jitos" ayudaban bastante a seguir el enrevesado camino:
Las dificultades iban en aumento:
Aquí ya nos metemos de lleno en la zona de Las Calderas.
Este solo es el primero y de los más sencillos agujeros que tendremos que "traspasar":
Y ahora es cuando tengo que decir, que después de todos los inconvenientes, lo más negativo de la ruta fue la escasez de agua, lo que restaba mucha de la belleza del impresionante lugar. Cuando el caudal de agua es el adecuado, resaltará bastante más tanta maravilla.
El acceso a la misma está facilitado por unas cuerdas:
Amadeo abandonando el lugar con pericia.
(En el fondo, la verdad es que no estábamos nada tranquilos).
Algunas más de las llamativas formaciones rocosas:
Yo, apareciendo por esos agujeros bajo la roca:
Aquí, el sitio más complicado de la ruta. Reconozco que yo tenía información de que era el punto más difícil de superar, pero confieso que no me esperaba tanto riesgo. Para seguir adelante no teníamos otra opción que meternos por ese agujero, bajar por un pequeño tramo bajo la roca bordeando el caudal de agua que por allí pasaba (afortunadamente escaso) y enfrentarnos a otro problema bastante importante:
Parece ser que sí:
No puedo poner ninguna foto del interior del pasadizo, pues la escasa luz hizo que las que tomé no fueran aprovechables. Una lástima. Pero prometo que era la antesala de los momentos más tensos a los que me he enfrentado en toda "mi carrera" como senderista/montañero.
Tuvimos que salir "de la cueva" gateando hasta llegar a coger con mucha dificultad la cuerda, después de abandonar las mochilas y los bastones, por la que nos deberíamos descolgar para salvar un cortado completamente vertical.
Es posible que para muchas personas solo sea un "juego de niños", pero recuerdo que en mi caso la edad, la inactividad, etc. y en el caso de los dos, la no muy buena forma física, hizo que realmente temiera por nuestra integridad. Y confieso que yo temía más por la de Amadeo que por la mía propia. Desde luego, nunca más volvería a pasar por ese momento y no se lo deseo a nadie.
(A la dificultad propia del paso, había que añadir que el estado de la cuerda no era el más tranquilizador, pues estaba bastante deshilachada por algunos puntos):
Una vez en "tierra firme" nos salió del alma darnos un abrazo con la sensación de haber salvado la vida. Y no estoy exagerando.
Pero tampoco era momento para estar tranquilos, pues desconocíamos lo que nos esperaba hasta el final, teniendo en cuenta que no teníamos retorno posible. Trepar por aquella cuerda para volver sobre nuestros pasos, en nuestras condiciones, no era una opción.
Eso sí, la recompensa merecía la pena:
Pero no todo estaba hecho. Habían pasado unas 4 horas de descenso y ahora había que regresar, ascendiendo por un terreno desconocido, abrupto y soportando un fuerte calor cuando nuestras reservas físicas ya eran bastante escasas.
Dejaré unas cuantas muestras, sin comentarios, del paisaje que "disfrutamos" en ese regreso:
Aún así, creo que la muestra es suficiente para poder hacerse una idea de lo espectacular del lugar.
Amadeo sufriendo lo suyo. Y yo reconozco que iba al límite de mis fuerzas:
Pero una vez en el alto, el objetivo deseado era llegar cuanto antes al coche para "descansar" haciendo casi 400 kms. de vuelta a casa:
Como última reflexión, mostrar mi contento por haberme demostrado a mi mismo que mis actuales condiciones físicas tal vez me permitan seguir "gastando suela" por un tiempo.
Lo veremos por aquí.
NOTA PARA RICARDO: Es una ruta extraordinaria, pero...¡¡no estoy dispuesto a volver!! 😉
Hasta la próxima.
Hasta la próxima.
No hay comentarios:
Publicar un comentario