Dos objetivos principales eran los que nos habíamos marcado Ricardo y yo, cuando decidimos el que sería nuestro recorrido de hoy. Por un lado, repetir una ruta que hice yo "en solitario" hace algo más de 16 años y que recordaba especialmente durilla y complicada y por otro, no menos importante, dejar que el Ojáncano se confíe y la próxima vez que vengamos por esta zona, volver a intentar adentrarnos en sus aposentos tal y como prometimos en nuestra aventura anterior:
Por el momento, una vez más nos ponemos en marcha desde el aparcamiento del alto de los Collados de Asón:
El primero de los objetivos no era otro que subir a lo más alto de los Campanarios por la famosa canal del Coladero.
Pero hasta que llegue el momento, disfrutaremos del paisaje, que no por visto tantas veces nos cansamos de ello:
El zoom de la cámara de Ricardo nos permite "acercar" este rebeco que deambulaba por la zona tranquilamente:
Foto de Ricardo.
Desde este ángulo, la opción no parecía sencilla para unos "vulgares pisapraos":
Como aficionados a la fotografía, a los dos nos gustan los contraluces (habrá más) y si son mirando a mi querida Colina, pues mejor todavía:
Foto de Ricardo.
Después de una incómoda aproximación por una zona de bosque muy inclinado, ya estamos en la parte más baja de la canal:
Tras pelearnos un rato con la dureza y lo resbaladizo del terreno (duro por la pendiente y por la fuerte helada que complicaba un poco más el ascenso), nos encontramos con la entrada a lo que yo creo que da el nombre de Coladero al lugar:
Esto es por lo que suponemos que se le conoce con ese nombre. Los espectaculares agujeros en la pared, que se les podría comparar (con mucha imaginación) con una especie de "colador":
Un par de contraluces más (el sitio da pie para ello y no serán los últimos):
Foto de Ricardo.
Y ¡como no!, posamos en lo que sería el punto más destacado de nuestro recorrido de hoy:
Foto de Ricardo.
Aún nos queda un buen trecho antes de llegar a la zona soleada:
Ciertamente, tiene un ligero parecido con una tortuga:
Foto de Ricardo.
Prometo que serán los últimos contraluces:
Foto de Ricardo.
Una vez en la salida superior de la canal, nos damos de lleno con una profunda depresión kárstica de la que casi nos cuesta tanto esfuerzo salir, como lo que nos costó llegar hasta este punto.
(No existe un track claro de la zona que muestre la mejor opción).
Solo tirando de eso que llamamos "olfato montañero" y gestionando bien el complicado lapiaz, conseguimos salir a la parte más alta, que ya nos daba tranquilidad, por conocido, para el resto de la ruta, que ya "solo" consistía en seguir la cresta hasta la Cabaña del Pozo y desde allí completar la circular bajando por el Llano de Brenavinto o por la última parte del Sendero de Hondojón, que fue la opción elegida por nosotros:
Foto de Ricardo.
En la foto anterior hemos visto a Ricardo tirando de zoom, gracias a lo cual podemos "acercarnos" a algunos lugares, cosa que no podríamos hacer a simple vista:
Foto de Ricardo.
Foto de Ricardo.
En esta fotografía podemos situar los laberintos donde nos espera el Ojáncano:
Foto de Ricardo.
Pocas veces tendremos ocasión de ver la parte superior de los Castros de Horneo:
Foto de Ricardo.
Foto de Ricardo.
Foto de Ricardo.
Aunque es conocida mi escasa simpatía hacia los horrorosos "molinos", personalmente, esta foto me encanta:
Foto de Ricardo.
Pinchar en el enlace para ver más grande: https://acortar.link/BNWkvG
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Aunque en la foto no se aprecia muy bien, el pozo estaba completamente congelado:
Foto de Ricardo.
Una vez que elegimos cerrar la circular por el Sendero de Hondojón y como íbamos sobrados de facultades, 😅 tomamos la decisión de abandonarlo después de seguirlo durante un tramo, para investigar por nuestra cuenta y tratar de "abrir una nueva vía". Lo único que conseguimos fue tener que bajar por un despeñadero que incluso tratan de evitar los jabalíes de la zona. Enlazamos con la ruta normal a la altura de las cabañas de Hondojón, rincón mágico donde los haya y que nos vino muy bien para relajarnos del esfuerzo extra que generosamente le habíamos añadido a nuestro ya maltrecho físico:
Foto de Ricardo.
A pesar de ser una zona donde llevaba bastante tiempo calentando el sol, los restos de hielo nos dan una idea de la fuerte helada de la noche pasada:
Rincones con un encanto especial:
No había dicho que era sábado y la cantidad de gente por la zona muy abundante. No sería de extrañar que el motivo del helicóptero fuese algún rescate:
Foto de Ricardo.
Y con poco más que contar, Ricardo haciendo los últimos metros de la ruta y la mole de Los Campanarios detrás (por donde pasamos una buena parte de nuestro tiempo hoy), despedimos una nueva y gratificante salida por esa zona que tanto nos gusta y que no es otra que el Parque Natural de los Collados de Asón:
A punto de llegar al coche, todavía le quedaba a Ricardo energía suficiente para recordarme el lugar donde hicimos recientemente una de las rutas más espectaculares que recuerdo. Por si alguien no ha tenido la suerte de verlo...:
Foto de Ricardo.
Como remate y para subir la calidad de esta mediocre reseña de una actividad que se merecía más, dejo lo que no estaría mal que se convirtiera en una buena costumbre.
Vídeo de Ricardo*, corto pero muy ilustrativo del agreste y complicado terreno por el que nos hemos movido:
*Tomas de dron realizadas con todos los permisos y autorizaciones pertinentes.
Hasta la próxima.